Hablan las víctimas a través de sus relatos, donde se da a conocer cómo el sindicado director de la Iglesia Centro Cristiano de Alabanza El Shaddai, en Bogotá, Colombia por mas de 25 años en el ejercicio de su pastorado ha cometido las mismas acciones. Desde marzo de 2019 se presentó la primer denuncia y ya reposan más de 10 casos en la Fiscalía General de la Nación. Muchas más víctimas están denunciando por redes sociales, donde narran los abusos y violencia sexual a los que fueron sometidas. Aquí las estamos publicando porque solo romper el silencio nos llevará del silencio a la vida.
 

La identidad de las denunciantes ha sido protegida y se publica con el consentimiento y previa autorización.

Violeta, 40 años. Sobreviviente de Violencia sexual en contexto de fe.

El silencio fue el que me sumergió poco a poco en un estado de preguntas y temores en los cuales Dios era el actor principal. Esto inició a mis 17 años, mi estado era: adolescente víctima de maltrato físico por parte de mi ex novio, estudiante universitaria, perteneciente a familia de escasos recursos y maltrato, con una creencia en Dios y en el amor casi nula, pero era una chica honesta, sincera, incondicional, con proyectos de vida y arriesgada.

Así llegue a la secta, mi primer contacto fue con El Pastor, creo que ese día me escaneó y salí positivo para abuso sexual, él no me iba a dejar ir, pues como abusador y acosador que es, tiene plenamente definida su estrategia y posibles víctimas, y ahí caí, bajo el velo de las “consejerías”, empezó indagando mi vida sexual y familiar, quería saber todo lo que le pudiera mostrar mi debilidad para él colocarse como héroe y tomar el poder sobre mi vida, y la verdad es que cuando ponen a Dios de por medio es más fácil caer, pues quien me hablaba era nada mas y nada menos que “ El Pastor”, el “ungido de Dios”, el que “usa Dios para transmitir su palabra”, así que en mí no había duda de que todo lo que me estaba enseñando de la Biblia era verdad, pero esa verdad empezó a doler, pues una tarde al poco tiempo de estar congregándome, estábamos en una “consejería” y se me abalanzó dejándome atrapada entre su cuerpo grande y gordo y una pared de su oficina, me besó en la boca sacando su lengua, todo fue tan agresivo de su parte que ni siquiera cerraba mis ojos porque no podía entender lo que sucedía, no podía moverme del susto que se apoderó de mi, afortunadamente se detuvo, pero ahí lanzó una bomba de tiempo que iba a cargar mientras estuviera en esa secta, y me dijo: no le digas a nadie porque esto es algo espiritual que nadie entiende, eso fue un “ósculo Santo”, yo guarde silencio y salí de su oficina en estado anestésico, en mi cabeza retumbaban sus palabras y sentía asco en mi boca.

Pero esto no paró ahí, cada vez que podía me encerraba en su oficina con la excusa de sus “consejerías” y me besaba sin yo quererlo, dejándome siempre al final la bomba en mis manos: “No puedes hablar del Ungido de Dios, esto es espiritual”. A medida que pasaban los meses ejercía mas poder en mí, me coqueteaba diciéndome que yo era la morena mas linda, me pedía que le hiciera masajes en los hombros mientras me preguntaba si había hecho sexo oral alguna vez, si era virgen, si me gustaba que me tocaran los senos, me contaba que su esposa no lo satisfacía sexualmente y que también habían mujeres que se le habían metido a la oficina a desnudársele, mientras el decía todo eso yo sentía mucha vergüenza, no sabia que responder y cuando respondía mis ideas no coordinaban, para mí no estaba bien que hablara de eso con el Pastor, no sabia mucho de Dios ni de la Biblia y nunca fui una mujer promiscua, ni con una vida sexual liberada, así que eso me confundía mucho.

Pasaba mucho tiempo en la secta porque rápidamente pertenecí a un grupo de alabanza, lo cual le permitía a él seguir controlándome, en varias oportunidades después de bajarme de la tarima de alabar a Dios, se me acercaba al oído a decirme que había tenido una erección mientras me miraba la cola, que me imaginaba desnuda con ese color de piel tan espectacular que yo tenía, yo, como casi siempre guardaba silencio, porque no podía entender lo que me decía, ¿porqué él sentía eso por mí si era el pastor?, me cuestionaba como hija de Dios creyendo que la equivocada era yo, y evidentemente el miedo seguía creciendo.

Era tanto el control y el poder que quería ejercer sobre mí que un día me golpeó fuertemente la cara con una cachetada, pagué ese precio también por haber sido amiga de su hija, nunca un hombre me había golpeado tan duro, ni siquiera mi padre, pues él nunca lo hizo, y quedé allí sintiéndome como la mas pecadora sin ni siquiera haber hecho algo, quedé frente a la gente de la secta que estaba ahí avergonzada y una vez mas la bomba siguió dando su tic toc, pues su excusa fue que él era mi pastor y estaba en todo el derecho de corregirme, que él era como mi papá en la iglesia, mi familia lo aceptó y hasta se lo agradeció porque para ellos siempre fui una rebelde que necesitaba disciplina.

Y si, siempre en mí ha existido un instinto de rebeldía contra lo que me hace daño, contra lo que no me parece justo, pero paradójicamente frente al pastor ese instinto se apagaba, temía que dejara de ayudarnos económicamente, que me volviera a pegar, que sus maldiciones se hicieran realidad si contaba algo, que Dios me apartara de su presencia por levantar mi voz contra el pastor, así que el silencio impuesto por el pastor bajo la figura de Dios siguió reinando en mi vida.

Fueron tantos momentos dolorosos, tristes, confusos, donde como mujer me sentí que no valía nada, que Dios no estaba conmigo, pues él no solo se apropió de mí sino que me dejó sola, pues se encargó de que mi familia y amigos se fueran en contra mía creyendo que yo era una rebelde y mentirosa, y claro esa era su estrategia, necesitaba hacerme ver como una mentirosa por si algún día yo contaba algo nadie me creyera, ni mi propia familia.

Y con todo esto bajo control decidió subir el nivel, una tarde después de terminar una presentación de teatro de la cual yo hacia parte, me encerró en el cuarto de teatro, me empujo hacia él cerrando con su cuerpo gordo y deforme la puerta para que nadie pudiera entrar, me besaba con fuerza en la boca, me restregaba su pene erecto en mi pelvis, me apretaba con tanta fuerza hacia él que casi no podía respirar, y así como estaba mi pecho de apretado estaba mi cerebro, no podía pensar cómo liberarme, cómo defenderme, estaba en un total y absoluto modo de indefensión, solo decía en mi mente “Dios no permitas que este tipo me viole, ayúdame”, quizás habían pasado algunos minutos, pero cuando estás sintiéndote violentada y sola es una eternidad, menos mal la ayuda llegó, en ese momento me empezó a llamar un amigo con quien estaba saliendo, quien hoy es mi esposo, él gritaba mi nombre buscándome, así que el pastor se detuvo y puso su mano en mi boca con fuerza para que no dijera nada, esperó unos segundos y cuando hubo silencio me dijo “recuerda que no puedes hablar en contra del pastor, porque como el gorrión en su vagar y la golondrina en su vuelo, así la maldición no viene sin causa”, salió rápidamente, yo cerré la puerta con seguro por si decidía volver no pudiera entrar y me desgarré en llanto. Ese día la bomba ya no contenía solo pólvora, sino que podía desencadenar una reacción nuclear en mi vida.

Al poco tiempo nos hicimos novios con mi amigo, era de esperarse que el pastor no iba a estar de acuerdo, perdería terreno conmigo, sin embargo nunca le dije nada a mi novio de lo que el pastor me hacia porque me daba vergüenza, creía que yo era la única que estaba pasando por esto y no me creerían, estaba sola y con mi imagen por el piso por culpa del pastor, sabía que nadie era capaz de confrontarlo con la verdad, pensaba en la maldiciones que llegarían a mi vida, pero también me confrontaba como mujer, pues siempre me sentí obligada e incómoda, siempre me dieron asco sus besos, sus palabras cochinas, sus insinuaciones sexuales, y ni que decir del asco que me producía cuando restregaba su pene en mí y me cogía los senos, ese asco se empezó a convertir en fuerza en mi, a pesar de que Dios seguía siendo el actor principal en su estrategia, eso me estrellaba contra una realidad espiritual que nunca existió, pero que hasta después de la explosión entendí.

Si, hubo una explosión, esa bomba que él puso en mis manos, mente y corazón desde el primer día, explotó, lo que la prendió fueron sus insinuaciones grotescas en su oficina, pidiéndome que me desnudara porque él quería deleitarse viendo mi color de piel espectacular, según él solo me iba a mirar, pero yo sabia que si eso pasaba él no dudaría en aprovecharse de mi, así que creí que si le hablaba de Dios iba a sentir culpa, pero fue como si nada, palabras al vacío, él siguió insistiendo en que me desnudara, el miedo empezó a aumentar en mí y mis suplicas a Dios “por favor Señor ayúdame”, y así fue, llegó la esposa de él a golpear a la puerta, yo abrí y salí corriendo.

La explosión ya estaba corriendo por todo mi cuerpo, decidí no callar mas, pero seguía contendiendo la bomba en mi, le conté a mi novio algunas cosas porque la vergüenza no me daba para más, y él decidió confrontarlo, ese día como todo buen mentiroso, el pastor primero uso la rabia para callarnos, amenazó con golpearnos y sabíamos que lo haría, me gritaba que era una mentirosa, yo lloraba, pero saqué valor para mirarlo a lo ojos y decirle que él sabia que todos sus abusos eran verdad, él al ver que estábamos firmes y no le teníamos miedo cambió su estrategia y arrancó en llanto pidiendo perdón y aceptando que lo había hecho, cuanta rabia me da no haber grabado ese momento, porque a pesar de su “arrepentimiento” y de que le creímos y hasta oramos, ese día él se puso como reto destruirme, tenia que acabar conmigo porque había roto el silencio y mi novio estaba dispuesto a defenderme, y así lo hizo, esa bomba nuclear terminó de explotar dentro de mi, decidí huir, salir con mis manos quemadas, mi corazón en cenizas y mi relación con Dios pulverizada por la explosión.

Me fui con mi esposo después de casi 6 años de abusos por parte del mismo hombre, creyendo en el amor y en que el tiempo todo lo cura, he sido muy feliz con mi esposo y mis hijos, aún falta mucho mas por contar, una explosión de esa magnitud no para ahí, pero hoy puedo decir que esas cicatrices son las que me motivan a no permitir que los abusadores y acosadores sexuales que colocan a Dios como actor principal de su obra pongan mas bombas de culpa, de temor, de vergüenza, de silencio, religiosidad, mentiras y división familiar, no quiero mas bombas que culpen a Dios de “permitirlo”, quiero que explote la verdad, la justicia, la reparación, un Dios real y que esa explosión sea tan fuerte y tan grande que llegue a la conciencia de José Francisco Jamocó y acepte que es culpable y acabe su función.

Violeta

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